lunes, 11 de abril de 2011

Poema de Ramiro Gairín

Es igual dónde estemos. La música se enrosca, hay ancianos comiendo, los espejos reflejan exacta nuestra imagen. Hay algo de misterio, la belleza da miedo porque pende del tiempo. Por no sé qué motivo comparamos los precios. Según qué ropa compren parecerán normales. Los veremos felices.

La gente se elige o es escogida; se imagina elevada. Genera desperdicios y recuerdo. Los besos son monedas que cambiar por billetes, premios devaluados, son descargas eléctricas quizá cuando no cuentan. Y luego se terminan. Desnudarse es la forma de roncar, la forma de inspirar normalidad. Aquí va todo bien.

No importa dónde queda la mano por la noche. Somos una ciudad tu mano y yo, cercada por millones de ciudades que construyen los otros, los demás con sus manos. ¿Cuántos habrán dormido con su mano así puesta, en posición idéntica, con la misma intención? ¿Cuántos importunaron al mundo al otro día? ¿Cuántos creyeron beber del sexo de la noche?

Somos afortunados, sin embargo. Como la mayoría. Tenemos un lugar, del que movernos es como arrancarnos. Una puerta y un número. El nombre del lugar, que nos enseña: admirad los prodigios, y evitad las miserias.

Texto de Ramiro Gairín de su poemario en prosa “El mar en el buzón” finalista del premio “Isla de Siltolá”.
Fotografía de Ramiro Gairín que seleccionó "El Mundo" en su edición digital en el 125 aniversario del Puente de Brooklyn.

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