viernes, 15 de abril de 2011

Jekyll&Jill y Miguel Ángel Ortíz Albero

Un día me esperaba a mí mismo

El poeta Guillaume Apollinaire, paseante de las dos orillas, y a caballo siempre entre el orden y la aventura, retornaba en enero de 1915 al 38.º Regimiento de Artillería de Campaña de Nîmes tras unos días de permiso. En el compartimento del tren que había tomado en Niza, mal amado como siempre había creído él de sí mismo, conoció a la joven que habría de convertirse en la imagen de su deseo durante los días más crudos de las trincheras. Una intensa relación epistolar, tierna como el recuerdo, tierna como la propia Madeleine, sirve para edificar los cimientos de un amor ideal que permite a Guillaume sobrellevar el horror de la guerra, pero que se derrumbará, según dicen, cuando una esquirla de obús se aloje en el interior de la cabeza del poeta y una estrella de sangre lo corone para siempre.

Un día me esperaba a mí mismo propone, entre la realidad y la ficción, retomando el relato cotidiano de los hechos y los terribles, aunque hermosos, poemas de las trincheras, recrear esa historia de palabras y silencios que, entre Madeleine y Guillaume, se tejió y destejió en los ramales de esa guerra cuyo horror apenas nadie puede narrar. Aunque, tal vez, esa historia de amor, como un poema de guerra inacabado, nunca llegase a destejerse del todo.

Sea como fuere, esta novela construye un texto trenzado, al modo de un entramado de materiales dispersos, que permite ofrecer una visión, desde lo poético siempre, del horror de la guerra y de la belleza del amor. Las cartas, las reflexiones, los poemas, los objetos cotidianos o las fotografías componen un álbum que es el retrato de Guillaume, también el retrato de Madeleine, pero, sobre todo, el detallado retrato de un modo de concebir la vida y la existencia, el amor y la poesía, siempre a caballo entre el orden y la aventura.

Miguel Ángel Ortiz Albero (Zaragoza, 1968).

Se licenció en Historia del Arte mientras trabajaba como actor en una compañía profesional de teatro. Durante años ha formado parte del grupo de artistas plásticos «ecrevisse», con quienes ha expuesto collages, cajas e instalaciones. Ha escrito piezas teatrales, algún relato, colaboraciones para prensa, guiones para tebeos y textos para catálogos de exposiciones.
Se ha ganado también la vida como profesor de Historia del Arte, trabajando temporalmente para un periódico de su ciudad, vendiendo libros o como haya podido, según los tiempos.

Ha escrito y le han publicado los libros de poemas Cuaderno azul de la distancia (Ed. Zambucho/Corral, Madrid 1999), Donde comienza el desorden (Lola Editorial, Zaragoza 2001), Cuaderno de la sal en la mirada (Ed. Aqua, Zaragoza 2005. Primer Accésit en la I Edición del Premio de Poesía de la Delegación del Gobierno en Aragón-Cajalón), Sbattimento, notación para un “libro de las sombras” (Ed. Diputación Provincial de Zaragoza, Zaragoza 2006. XX Premio Isabel de Aragón, Reina de Portugal), Algunas palabras para las desapariciones (Ed. Eclipsados, Zaragoza 2008), Nombrar el lugar, decir silencio (Ed. PUZ, Zaragoza 2009) y Troupe (Olifante Editorial, Zaragoza 2010). También el libro Bajo un centenar de cielos (Ed. Libros del Canal, con el apoyo de la Diputación General de Aragón, Zaragoza 2003), ilustrado por su hermano, el dibujante Álvaro Ortiz, y la novela La herida es el comienzo (Ed. Comuniter, Zaragoza 2010).
Pero, ante todo, pasea y observa.

Jekyll & Jill editores http://jekyllandjill.blogspot.com/

Miguel Ángel Ortíz Albero http://ortizalbero.blogspot.com/

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