jueves, 4 de febrero de 2010

Cuando la luz se apaga

Se me ocurrió un texto para esa tira de papel rojo que se pone en los libros y sirve de reclamo al comprador: Si tienes hijos recién nacidos, hijos de 6 años, hijas de 20, perros, gatos o mascotas de cualquier tipo, NO compres este libro. Porque “Mentes perversas” de Óscar Bribián arranca, a la primera, el maquillaje de los demonios ahogando nuestra inocencia en una bañera. Y los asesinos en serie, esos estereotipos del terror adolescente, se convierten en mamarrachos con caretas y uñas postizas de las fiestas del carnaval. Porque el verdadero terror son unos padres y su ángel dacroniano, es oír a nuestra hija maullar como un gato, es un niño desaparecido sin dejar ni rastro. Es la lotería de la vida -la de verdad, y no esa estupidez de cada diciembre- la que decide que hoy estés vivo o muerto. Ese terror que si se adueña de ti no te dejará dormir hasta que tu hija vuelva a casa cada sábado por la noche. Y es ese miedo que si tienes perros te hará pensar seriamente en sacrificarlos. Y si tienes gatos te hará odiar sus ojos brillando en la oscuridad y dejar de darles de comer. Y si todavía no llevas un amuleto en el bolsillo empezarás a llevar uno por si acaso.
Si eres aprensivo, claustrofóbico y te preguntas: ¿a dónde vamos después de muertos? NO compres este libro. Porque después de estas “Mentes perversas” temerás acabar caminando por un desierto que te llevará hasta un lugar donde se escuchan los lamentos de los condenados. Mirarás con desconfianza a los cuervos y descubrirás que Jekill y Hide son nuestro sueño y nuestra vigilia, una parte de nosotros mismos que desconocemos y que actúa por su cuenta sin control. Y sentirás el ahogo de los techos bajos, y las paredes estrechas de piedra húmeda. El terror de un hombre corriente secuestrado, atrapado en un zulo sin saber porqué.
Si sólo buscas terror NO compres este libro. Porque en “Mentes perversas” están los elementos clásicos que producen el miedo. Están las tormentas y las cuevas, los pasadizos y los laberintos, las brujas de los Pirineos y sus pócimas. Pero está también el humor y la ironía de Óscar mostrándonos la venganza de la inteligencia frente a la belleza superficial; la banalidad que reina en un plató de televisión. Y está un hombre que tiene que asesinar a su mejor amigo. Un corto de cine negro americano en un barrio periférico de yonkis y ladrones, bares con máquinas tragaperras y calendarios de tías en pelotas. Una historia de perdedores y una viuda negra vestida de azul. Está la terrorífica e indignante violencia que sufren las mujeres. Y un chaval, aprendiz de delincuente cum laude, cavando en plena noche un hoyo en un descampado bajo la atenta mirada de un ángel exterminador.
Si lees este libro no apagues después la luz. Porque Óscar te devolverá a tu terror infantil, a tu miedo a la oscuridad. Te meterá dentro de un túnel y te dejará a oscuras. La linterna se quedará sin pilas, la bombilla de 40 vatios y su pálida luz se apagará de repente, la cerilla se consumirá y seguirás vivo, pero completamente a oscuras. Y oirás tu respiración alterada, ruidos de insectos y alimañas; te oirás a ti mismo llorar, temblar como un niño asustado.

Óscar Bribián. Mentes perversas. Mira Editores. Zaragoza, 2009.

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