miércoles, 2 de diciembre de 2009

Anonimia

El tema es viejo. Conocido. Y volverá a repetirse mañana. Tal vez dentro de diez años, con una nueva generación. Tal vez el año que viene, el próximo junio, cuando acabe el curso universitario. Siempre habrá alguien sintiendo el vértigo de lo que es irrecuperable.
Es como esa escena que todos conocemos. Una sala de cine. De repente la proyección se corta. Se acaba. Se encienden las luces y una voz por megafonía nos dice que la película ha terminado y que abandonemos el local climatizado. Salimos a la calle y es pleno invierno. O hace un calor que no deja respirar. Y nos ponemos a caminar sin saber a donde ir. Tropezando. Desorientados. "El desengaño es una fase cruel de la existencia".
“Gente cercana” tiene la virtud de conseguir reconciliarme con mi reflejo. Con los fracasos, con lo perdido, con el muro de la realidad. “Gente cercana” habla de alguien que conozco, de una historia que conozco bien: “Estudiar una carrera para nada. Tener la sensación de haber perdido el tiempo. Estudiar una carrera y trabajar de otra cosa”
“Gente cercana” me reconcilia con mi pasado y con aquellos trabajos temporales que se convertían en la única perspectiva. Y toda aquella gente que conocí y volvió a cruzarse en mi camino para enseñarme que de aquel tiempo no queda nada. “Gente cercana” me confirma algo que sospechaba y que nunca me atreví a mirar de frente: que lo más difícil empieza después, cuando se acaba la fiesta y todos se van y te dejan solo y la casa sucia y vacía. Y te toca ponerte a recoger, tirar a la basura los platos rotos, poner todo en orden e intentar limpiar las manchas que nunca se irán. Que la vida está hecha de pequeñas historias que se acumulan igual que los billetes usados de autobús en tu bolsillo.
Diego Marín nos cuenta esas historias de una forma cercana, sencilla y reconocible. Diego es ese tipo que está de pie a nuestro lado en el pasillo del probador sujetando siete prendas mientras su novia se prueba una y se mira en el espejo.
Diego Marín crea un personaje que me reconcilia con mis dudas. Con las de alguien que escribe poemas y relatos y se avergüenza de escribir. Diego me descubre a César Simón y me recuerda un verso de Jaime Gil de Biedma que me impide tirarme cada noche por la ventana. Ese personaje –da igual si es autobiográfico o no- me ayuda a no sentirme solo. Porque él pensó por algún tiempo que nada merecía la pena. Me recordó todo el valor que en aquella época -antes del desengaño- tenían la amistad, la música y el cine. Películas donde agarrarse. Canciones donde agarrarse, libros, biografías, poemas donde agarrarse fuerte después para no caer.
Diego me reconcilia con mi anonimia, mi insignificancia, mi vulgaridad. Las pasaremos putas. Pero pasaremos de pantalla. A esa sombra le gusta asustarnos. Acojonarnos. Es nuestra y sin embargo le encanta vernos sudar. “Gente cercana” me ha enseñado que en un duelo a muerte no se trata de desenfundar y ser el más rápido sino que simplemente hay que saber que tu sombra no es más que una bocazas apuntándote con una pistola de fogueo.

Diego Marín A. “Gente cercana”. Xordica Editorial. Zaragoza, 2009.

3 comentarios:

David Moreno dijo...

Este "Gente Cercana" tiene buena pinta, parece que cualquiera de nosotros nos tendríamos que ver reflejados en él.

Un saludo indio para gente cercana

JALOZA dijo...

¡¡Joder, qué gran título!! Ahora va uno y se lo copia... Y luego diréis que lo más fácil es el título. Y una...

Saludos

H e l e n a... dijo...

Muy interesante "Gente Cercana", creo q podria hacer algo por mi.
Un Saludo.
que estes bien...